Viaje a otro mundo
Hace cosa de un año que me embarque en un viaje a otro mundo. Ese viaje me permitió explorar lugares nuevos y experimentar la vida de una forma diferente. Desde entonces he seguido mi rumbo con una renovada ilusión, lo que me ha permitido vivir un año lleno de avances, superaciones y logros en mi proyecto.
Es curioso como los acontecimientos te van marcando ciclos y etapas, y hoy, cumpliéndose un año de aquel fantástico viaje siento que me encuentro avanzando en una nueva dimensión. Ilusionado en que crezcas. Se inicia un nuevo ciclo y me parece un momento idóneo para recordar aquel momento que narré en este post.
Espero que os guste descubrirlo por primera vez o releerlo los que ya lo conocéis. En cualquier caso os deseo un buen viaje allá a donde os lleve. Yo estoy Ilusionado en que crezcas.
Os voy a relatar la historia de un viaje. Un viaje improvisado. Un viaje improvisado y muy deseado. Un viaje improvisado y muy deseado que surgió conforme el universo se alineaba frente al viajero y/o conforme el viajero alineaba al universo frente a él.
El viaje comenzó hace 16 años. En ese momento surgió la oportunidad de realizarlo y esta oportunidad apareció con una importante decisión vital. Un compañero de aventuras de nuestro viajero tomó las riendas de su vida y encaminó su destino a un nuevo mundo. El intrépido compañero mantuvo el contacto con sus amigos del antiguo mundo y les hablaba de lo maravilloso que sería que fueran a conocerlo. Todas esas propuestas despertaban el interés de nuestro viajero y sin duda, del resto de compañeros. La vida continuó avanzando, surgieron amores, desamores y cosas menos importantes. De vez en cuando pensaba que sería emocionante ir a visitar a su viejo compañero, pero siempre encontraba alguna excusa con la que apaciguar su palpito aventurero y permanecer en su cómodo mundo.
Durante años el viaje se mantuvo varado de esta forma, hasta que un día el viento cambió. El universo envió una potente señal que entró de improviso por la puerta de la Villa en la que nuestro viajero se encontraba. Se trataba de una hermosa princesa de un lejano país, y nada más verla, nuestro viajero se sintió arrastrado por ella, por su halo de misterio, por su aura exótica y sobre todo por su intensidad. Juntos vivieron un romance discreto e intenso, que tenía fecha de caducidad. Después de una vida que duró una formación vocacional la princesa regresó a su lejano país con la intención de mantenerse en contacto. El tiempo y la distancia los separaban en un lento vaivén y cuando ambos empezaban a tomar rumbos distintos la brújula de nuestro viajero lo arrastró a emprender el viaje.
Estaba decidido, visitaría a su viejo compañero, quien le enseñaría su nuevo mundo y a su preciosa familia, para después dirigirse al encuentro de la hermosa princesa en su lejano país. Inmediatamente dispuso los preparativos. Tenía la extraña sensación que el universo se alineaba frente a él o que él se alineaba frente al universo. Según se decía en su cómodo mundo, en el nuevo podría encontrar peligros. Aceptó el posible riesgo a cambio de las maravillas que podía experimentar. Arropado por el apoyo de sus seres queridos miró directamente al universo y se lanzó a su abrazo.
En la precipitada partida para llegar a la nave que zarpaba hacia su destino se armó con los sabios consejos de sus mejores amigos. El universo confabuló en su beneficio y ,llegando justo, le sobró tiempo. Sintió que el universo lo mecía. El viaje despegó.
Su viejo compañero lo recibió con los brazos abiertos y la misma sonrisa de pasadas andanzas juntos. Le presentó a su preciosa familia junto con la que le contó su historia y las costumbres de su mundo. Hablaron, rieron, pasearon, comieron, bebieron y vivieron nuevas aventuras. Se reencontraron con otros viajeros del antiguo mundo que se encontraban también en el nuevo. Degustaron la fusión de la tradición de este mundo con oriente, disfrutaron la noche atravesando secretos pasadizos y recorrieron la gran urbe de un extremo a otro a lomos de veloces corceles.
Llegó el momento en que su amigo le indicó lugares a los que tendría que ir solo.
En su camino le obsequiaron con la imagen de un antiguo guerrero águila en la que se vio reflejado.
El devenir de su viaje lo llevó al lugar adecuado de las antiguas ruinas de la pirámide del Sol y la Luna, donde, en el momento oportuno, se alineó con los astros bajo el eclipse solar.
El universo seguía avanzando y nuestro viajero alcanzó el ecuador de su viaje, o el ecuador de su viaje lo alcanzó a él. Hasta este momento, su viaje le había servido para ser más consciente de sus impulsos internos y lanzarse con ellos. Había alcanzado a percibir el universo a un nivel diferente, casi podía sentir los diferentes campos cuánticos a su alrededor. Estaba listo para su siguiente destino.
Después de un largo trayecto el viajero fue recibido por la decidida princesa y juntos se perdieron en la noche.
Cenaron a la luz de una vela y se escondieron del mundo en la copa del árbol más alto en la cima de la mayor montaña.
El país de la princesa era un paraíso y juntos lo recorrieron disfrutando de la belleza natural ante sus ojos.
El viajero se puso en manos de la princesa y se dejó guiar por completo por ella. Esto le llevó a alcanzar una desconexión mental que le permitía conectarse de forma natural con el mundo a su alrededor.
Se asomaron al mirador desde el que parecía se podía ver el fin de la tierra y juntos contemplaron el ocaso abrazados bajo el aguacero y las lágrimas de la princesa.
Todo fluía como un río de aguas termales que recorría las montañas del hermoso país. Subieron juntos a una alta torre donde vieron el mundo girar. Viajaron de noche guiados únicamente por sus deseos presentes y vivieron intensamente hasta que el universo los alcanzó. El viaje llegaba a su fin y lloraron juntos la despedida.
Esta parte del viaje le había permitido amar, dejarse llevar y fluir en un estado de presencia continuada cercano al que pueda tener un niño pequeño.
El viajero regreso a su viejo mundo, donde nada había cambiado. Solo él había cambiado, volvía repleto de experiencias y aprendizajes. Por lo tanto, todo había cambiado.
Después de todo lo vivido le invadía un enorme sentimiento de gratitud. Gratitud hacia sus seres queridos que lo habían apoyado; hacia sus amigos que lo habían ayudado; hacia las casualidades que habían coincidido; hacia su viejo amigo que lo había recibido en su hogar y le había mostrado su mundo; hacía la familia de su amigo que lo habían acompañado y cuidado de él; hacia la gente a su alrededor que lo había obsequiado con su buen trato; hacia los astros que se habían alineado en el momento oportuno y en el lugar adecuado; hacia la princesa que le había permitido amarla; hacía la noche que los había ocultado; hacia la cabaña en el árbol que los había cobijado; hacia la naturaleza que los había rodeado; hacia el aguacero que los había envuelto y hacia el universo que había confabulado en este improvisado viaje, el cual, le había permitido explorar y descubrir nuevos mundos en su interior.
Gracias.
Gracias por todo princesa, eres una fuente de energía constante.